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viernes, 6 de mayo de 2022

COMPUTACIÓN CUÁNTICA

Inventan un disco de diamante clave para la computación cuántica

Investigadores japoneses han creado un disco de diamantes de gran pureza que tiene una capacidad de almacenamiento asombrosa muy útil para los futuros ordenadores cuánticos Investigadores de la universidad japonesa Saga han conseguido crear un método con el que fabricar discos de diamante de altísima pureza que tienen una sorprendente capacidad de almacenamiento: cada uno de estos discos de cinco centímetros de diámetro pueden contener el equivalente a mil millones de discos Blu-Ray. Un avance que puede ser clave en el desarrollo de memorias para los futuros ordenadores cuánticos. El diamante, aparte de ser una de las gemas más codiciadas del mundo, es uno de los materiales que más se está estudiando para aplicaciones en los ordenadores cuánticos. Su peculiar estructura de cristales tiene una serie de defectos que esconden y protegen los estados cuánticos de los electrones de interferencias externas que los alteren. Esos estados cuánticos —que pueden ser uno, cero o ambas cosas a la vez— son los que forman los ‘cúbits’, las unidades básicas de información que permiten a estos ordenadores realizar sus cálculos. Estas computadores, todavía en fase experimental, son capaces de manejar montañas de datos a una velocidad que hará que los actuales ordenadores parezcan relojes calculadora en comparación. Uno de estos defectos, el centro nitrógeno-vacante, puede ser manipulado mediante laser para que sirva de sistema de almacenamiento de los ‘cúbits’, pero es difícil de encontrar su estructura óptima. Un disco grande de diamante contiene un exceso de nitrógeno que perturba su capacidad de almacenamiento cuántico, pero si se hace demasiado pequeño, el disco no tiene la capacidad suficiente para su aplicación práctica. Los investigadores japoneses han dado con un método que consigue solucionar este problema. placeholderLa computadora cuántica de Google (Google) La computadora cuántica de Google (Google) El equipo sostiene que con esta técnica se consigue un almacenamiento de datos equivalente a mil millones de discos Blu-Ray. “Esto equivale a todos los datos móviles que circulan en el mundo en un día, que pueden almacenarse en un solo disco de diamante”, aseguran los investigadores.
Cómo lo han conseguido El grupo de Saga se ha unido a la compañía japonesa Adamant Namiki Precision Jewel y han conseguido desarrollar discos de diamante de 5 centímetros con una concentración de nitrógeno ínfima (tres partes por mil millones). Esto le otorga una gran pureza y lo hace ideal para el almacenamiento cuántico. Según el equipo, hasta ahora nadie había conseguido un tamaño similar de disco con una pureza tan grande. “Los diamantes de pureza ultraalta disponibles en el mercado, con una concentración de nitrógeno inferior a tres ppb, sólo tienen un tamaño de cuatro milímetros cuadrados y no pueden utilizarse para fines prácticos”, aseguran los investigadores. Para conseguirlo tuvieron que cambiar el método de producción. Habitualmente estos discos se fabrican sobre un material que sirve de sustrato que va en una superficie plana. El problema con esto es que la tensión puede hacer que el diamante se resquebraje y pierda calidad. Los investigadores descubrieron que si la base tiene forma escalonada, la tensión se distribuye horizontalmente por el disco y se evita el agrietamiento. De esta manera no solo pueden fabricar discos de diamante más grandes y de mayor pureza, sino que además el proceso les permite la producción en masa. El equipo ya está trabajando en ampliar el tamaño de estos discos diamante de alta pureza a 10 centímetros y esperan poder empezar a comercializarlos en algún momento de 2023. Si se confirman esos tiempos y sus características a nivel comercial, tienen tiempo de sobra para formar parte de la explosión de los ordenadores cuánticos. Como ya contábamos en este artículo sobre la carrera por la egemonía de esta tecnología, los expertos apuntan que “todavía quedan algunos años para ver la verdadera computación cuántica”.

Por Omar Kardoudi 30/04/2022 - 05:00 Actualizado: 05/05/2022 - 09:58

lunes, 4 de agosto de 2014

La computación cuántica y los retos para convertir teoría en realidad

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La computación cuántica. Hemos visto como la superposición de estados y el entrelazamiento nos permiten hacer varias operaciones simultáneas sobre un único qubit, que es lo que da a la computación cuántica esa potencia exponencial.
Ahora bien, eso sólo es la teoría. ¿Cómo llevamos todo a la práctica? ¿Cómo hacemos un dispositivo capad de medir y modificar estados cuánticos? ¿Qué podemos lograr con computadores cuánticos? No son preguntas triviales. En este artículo vamos a ver cuáles son esos retos actuales de la computación cuántica.

¿Qué usamos para los qubits?


La primera cuestión es qué cogemos para representar los qubits. Hasta ahora sólo hemos hablado de ellos como cosas abstractas, objetos matemáticos que pueden estar en varios estados. En la práctica, necesitamos escoger una partícula o elemento para que represente físicamente ese qubit, de la misma forma que en la computación tradicional los bits están representados por un cable por el que pasa o no electricidad.
La decisión no es fácil. Si queremos observar los efectos cuánticos necesitamos sistemas físicos pequeños, como moléculas, átomos o electrones. Pero manipular esos elementos no es fácil, como tampoco lo es obtener mediciones precisas de sus estados.
Hay muchísimas posibilidades que los científicos han estado explorando para implementar ordenadores cuánticos. Una de las que más éxito ha tenido ha sido la resonancia magnética nuclear (RMN), principalmente porque es una tecnología ya madura con la que es relativamente sencillo implementar un ordenador.
De hecho, fue con un ordenador RMN con el que se ejecutó por primera vez en 2001 el algoritmo cuántico de Shor para factorizar números. Pero como todo en la naturaleza, la facilidad por un lado viene con dificultades por otro.
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La computación cuántica con RMN se basa en medir los estados de spin de ciertos átomos en una molécula. Por ejemplo, a veces se usa el spin de los átomos de carbono en la molécula de alanina, que tenéis en la imagen. Como hay tres átomos de carbono (los negros), tenemos un sistema de tres qubits.
Como podres imaginar, esta técnica no nos sirve mucho para varios qubits. El problema es que en moléculas grandes hay muchas interferencias que van a modificar los qubits sin que nos demos cuenta, y las computaciones que hagamos serán incorrectas. Es el fenómeno del ruido, y uno de los mayores retos a superar en la computación cuántica.

D-Wave, ordenadores con circuitos superconductores
El ruido puede llegar incluso a desentrelazar las partículas en poco tiempo, de tal forma que en un sistema mal aislado ya no sólo tendríamos un qubit erróneo de vez en cuando, sino cálculos que si tardan más de un cierto tiempo dejan de ser válidos. El tema es complejo ya que el ruido puede venir de los propios elementos que usamos como qubits, fluctuaciones que hacen que acaben cambiando su estado cuando deberían mantenerse estables.
Donde se han hecho más progresos es en la representación de qubits con circuitos superconductores. Según el tipo de circuito, lo que se mide es la carga o la dirección en la que los electrones se mueven en un bucle. Para que no haya pérdidas ni fluctuaciones debido a la temperatura (lo que comentábamos antes del ruido), hay que enfriar los circuitos a un punto muy cercano al cero absoluto (-273º).
dwaveprocessorboard.jpgUn procesador de DWave, basado en circuitos superconductores.
Con esa tecnología, en D-Wave han conseguido crear los primeros procesadores cuánticos "comerciales", con aplicaciones prácticas reales (en Google tienen uno, por ejemplo). El problema es que al necesitar enfriarse tanto, parece difícil crear un procesador pequeño basado en la misma idea.
Los científicos siguen investigando las posibilidades a su alcance para crear un ordenador cuántico universal y manejable. Pero hay un problema más.

¿Seguro que eso es un ordenador cuántico?

Sonará raro, pero no todos los ordenadores hechos con qubits son cuánticos. Si recordamos la teoría, lo que hacía especial a la computación cuántica es el entrelazamiento, el hecho de que los estados de dos partículas estén fuertemente relacionados. Con eso llegábamos a que, con n partículas teníamos 2n estados, y era lo que daba la potencia exponencial a los ordenadores cuánticos. El entrelazamiento es lo que marca la diferencia.

Por supuesto, eso no descarta totalmente que el ordenador sea cuántico. Saber si las partículas están entrelazadas o no es difícil, y es el otro reto de la computación cuántica.Pues bien, resulta que en muchos ordenadores supuestamente cuánticos, no se ha observado ese fenómeno con seguridad. Por ejemplo, en uno de los procesadores cuánticos más avanzados, el D-Wave Two,no se consiguió medir la mejora de velocidad teórica que debería haber.

Y ahora que tengo un ordenador cuántico, ¿qué hago?

Algunos avances hechos con ordenadores cuánticos, como por ejemplo Google usando uno para ayudar a Google Glass. Sin embargo,  programar para un ordenador cuántico es muy distinto a hacerlo para un ordenador normal. Aclarémonos: ¿qué es lo que se puede hacer ahora mismo con un ordenador cuántico?

Este campo de la inteligencia artificial, en realidad es más bien burdo. La mayoría de esos sistemas tan avanzados e inteligentes, capaces de reconocer caras o entender frases, en realidad han sido generados "aleatoriamente": se crea una función con ciertos parámetros, se mira cuántas veces falla, se modifican los parámetros y se repite el proceso, hasta que al final acabas con algo que parece que funciona.Lo cierto es que no hay muchos algoritmos cuánticos que exploten todas las posibilidades de un ordenador de este tipo. Uno de ellos y ha permitido avances importantes en aprendizaje automático.
Los ordenadores cuánticos pueden resolver fácilmente ese tipo de problemas de optimización gracias al algoritmo de temple, que a grandes rasgos consiste en poner a los qubits en un estado determinado (los parámetros iniciales de la función) y esperar, aplicando una perturbación constante. Al final, los qubits llegan a unos parámetros que, con alta probabilidad, minimizan el número de errores.
El análogo en el mundo real sería tirar una canica por una colina: siempre tiende a ir al punto más bajo. Sin embargo igual tienes que darle una patada de vez en cuando para asegurarte de que no se queda en puntos intermedios. Esa patada sería el equivalente al fenómeno de "túnel cuántico", que de forma simplificada consiste en pasar de un estado a otro aunque entre medias haya una "barrera" aparentemente imposible de saltar.
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Enseñando a un ordenador

El temple cuántico es como tirar una canica en una colina: va hacia el punto más bajo. Así podría decidir un ordenador cuántico cuál es la mejor dosis de radiación para luchar contra un cáncer (ejemplo simplificado, obviamente).
Dicho de otra forma: una aplicación de los ordenadores cuánticos es crear sistemas de aprendizaje automático más rápidos y más precisos que los que se pueden crear con ordenadores tradicionales.
¿Y para qué usamos el aprendizaje automático? Pues para muchos procesos que no somos capaces de recrear en un ordenador. Por ejemplo, se pueden usar sistemas de aprendizaje automático para saber cuál es la mejor forma de aplicar radioterapia a un paciente, para detectar objetos en imágenes o para crear modelos estadísticos que predigan la evolución de la bolsa. En general, se usan para procesos que no somos capaces de modelar exactamente (nadie sabe explicarle a un ordenador en qué consiste exactamente una sonrisa, por poner un ejemplo tonto) pero para los que tenemos un montón de datos que el ordenador puede usar para aprender.
dwave.jpgD-Wave Two, el segundo procesador cuántico comercial, está hecho para resolver problemas de optimización. Google y NASA tienen uno para investigar sus aplicaciones en inteligencia artificial.
La teoría dice que la computación cuántica también podría aplicarse a otros campos, como por ejemplo el de la seguridad. Hay un algoritmo cuántico diseñado para factorizar números rápidamente, lo que dejaría a RSA en un chiste y permitiría romper gran parte de la seguridad de Internet. Sin embargo, todavía no se han llegado a crear ordenadores con suficiente capacidad para ello.

¿Qué nos depara el futuro?

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Esa es una buena pregunta. Aunque hay avances (D-Wave es la empresa a la cabeza con su D-Wave Two, un procesador de 512 qubits), todavía estamos en una fase muy, muy temprana. Como decíamos antes, ni siquiera sabemos si los ordenadores son realmente cuánticos. Hay evidencias y de hecho los sistemas de D-Wave son más rápidos que el ordenador que puedas tener en tu casa, pero todavía no superan claramente a todos los ordenadores clásicos en todas las situaciones, que es lo que se esperaría.
Uno de los campos que más se vería afectados por el avance de la computación cuántica sería el de la criptografía. Los sistemas de clave pública se basan en problemas como el de la factorización de enteros, problemas que un ordenador clásico resolvería en años. Pero, tal y como os comentábamos antes, un ordenador cuántico podría resolverlo en un tiempo muchísimo menor y romper así la seguridad de muchísimos sistemas de Internet, como HTTPS. Por suerte, ya hay avances en lo que se llama criptografía post-cuántica, sistemas seguros incluso con ordenadores cuánticos.
Sea como sea, todavía nos queda mucho tiempo hasta que la computación cuántica llegue a un mínimo punto de madurez, y muchísimo más para que se convierta en una tecnología tan extendida como la computación actual, si es que en algún momento se consigue.